- Juan, necesitamos hablar.
-¿De qué?
- Hoy fui al doctor
- ¿Y?
- Estoy embarazada.
-¿Estás segura?
- Sí
- ¿Y qué quieres hacer?
- ¿Cómo, que qué quiero hacer?, pues nos tenemos que casar.
Después de una ceremonia apresurada y mal organizada, ya estaban casados. La familia de ella no estaba contenta con las circunstancias, pero el hecho de que Juan respondió hablaba bien de él.
La mamá de él y su hermano, prefirieron no meterse en el asunto y se limitaron a ayudar en lo que pudieron sin decir nada más de lo necesario. Después de todo Juan tenía 30, para la madre era un alivio que ya estuviera casado, y esperando familia. Pensaba que después de todo el esfuerzo que había hecho para ayudarla a ella y a su hermano, él se merecía hacer su vida.
Juan no quería pensar mucho, hizo lo que sintió debía de hacer, además la mayor parte del tiempo, ella ya tenía decidido que se debía de hacer. Juan no se metía, la dejaba, lo menos que quería era tener problemas.
Se fueron a vivir al fraccionamiento Francisco Villa, a sólo unas cuadras de la casa de los padres de ella. Rentaban un departamento pequeño, pero suficiente para la recién iniciada familia. Los vecinos eran parejas jóvenes con hijos pequeños, un ambiente adecuado para que creciera el bebé.
Él trabajaba para la empresa de Cable de la Ciudad, se consideraba afortunado por tener un trabajo, después de lo que pasó su hermano para conseguir uno después de su graduación. Juan había empezado como chofer, de mirar y hablar con los técnicos, ahora sabía igual o más que algunos de ellos.
Trabajaba duro para que le dieran unas de las gerencias, ocho años tenía en la empresa, y era supervisor de área. Él se la merecía la gerencia más que los niños “popis”, que llegaban a la compañía con todos sus títulos, y que no sabían nada del negocio. Juan trataba de convencerse que ahora tenía un motivo por el cual esforzarse, pero no daba mucho resultado.
Por las noches, cuando se iba a dormir, se preguntaba si estaba enamorado, cerraba fuerte los ojos y trataba de pensar en otra cosa, en el corazón tenía la respuesta. Sin embargo la idea de ser padre, lo emocionaba, y lo hacía sentir cariño por ella.
Para Juan las mujeres representaban un dilema, con la separación de sus padres él se tuvo que hacer cargo de la casa, sin palabras su madre lo había absorbido, creándole un sentimiento de amor-odio- frustración- miedo hacia ellas. Perdió su virginidad tarde en comparación con sus primos, no disfrutaba de las conquistas, al contrario, prefería vivir tranquilo sin sobresaltos.
Su esposa era la tercera mujer con la que había estado. Le intrigaba la razón por la que ella se embarazó, el cuerpo y sus funciones no eran su fuerte. Aceptó la idea del bebé y de compartir la vida con ella. Después de todo ella era buena mujer, la casa siempre estaba limpia, nunca faltaba qué comer, y la ropa estaba arreglada. Ella no era muy bonita, pero a quién le importaba la belleza. Pensaba.
La vida de casado le vino bien, había aumentado unos kilitos de la buena cocina y los cuidados de su esposa. Además, siempre es bueno dormir con alguien. En la compañía, la evaluación semestral se acercaba. Mientras su esposa crecía. Tenía que quedarse tarde a trabajar para cumplir con la evaluación. Pronto llegaría el bebé, el sexo era nulo.
En unas de esas largas noches, decidió darse un tiempo para resolver su problema sexual, cerró la puerta de la oficina, se puso cómodo y buscó compañía virtual. Su computadora contaba con una cámara, lo que facilitaba las cosas.
De sus compañeros había aprendido a entrar a las salas de charlas, buscaba algún nombre que le llamara la atención y ya estaba conectado en cuerpo y alma a la pantalla. Dependiendo del ánimo en el que se encontrara comenzaba la conversación suave dando tiempo o bien iniciaba tirando directo al blanco.
Revisó la lista de personas disponibles en el área y eligió a CaTaRiNa_24, más por la edad que por el nombre. Después de un par de preguntas, él le dijo
-¿Qué quieres que hagamos?, ella contestó: -lo que quieras,
-¿tienes cámara?,
– No,
-¿Qué lástima?,
-¿Por qué?,
-¿Por qué me gustaría verte?,
-¿Estás casado?,
-¿Por qué?,
-Por que me encantan los casados,
-Sí,
-¿Tienes hijos?,
-Casi,
-¿Cómo?,
-Mi esposa esta embarazada, pero ¿sabes qué?, no me gusta platicar así.
-Ok, perdón ¿en qué íbamos?,
-En que íbamos a hacer lo que yo quisiera,
-Ahh sí, entonces ¿qué quieres hacer?,
-No sé. Oye ¿lo has hecho muchas veces?,
-¿Qué?,
-Coger,
-¿Qué clase de pregunta es esa?,
-Perdón, no quise ofenderte,
-No, no es eso, pero se me hizo raro que me preguntaras,
-Y ¿cuándo perdiste tu virginidad?,
-Cuando tenía 17,
-Joven,
-Sí,
-¿Y has tenido muchos novios?,
-Algunos,
-¿Te puedo preguntar algo?,
-Sí,
-Te la han metido por atrás,
-Sí ¿Y tú?
- No a mi no me la han metido.
- No que si ¿lo has hecho así?,
-He estado cerca, por encima, pero nunca adentro,
-¿NOOOO? ¿ni con tu esposa?,
-No a ella no le gustan esas cosas,
-¿Oye dónde estás?,
- En mi oficina,
- ¿Dónde está tu oficina?,
-En el centro,
–No prefieres mejor salir, estoy sola y aburrida.
Se hizo para atrás en su silla, lo que había empezado como un pequeño proyecto de exhibicionismo ahora se tornaba en una posibilidad.
Pasó más de un minuto antes de que se atreviera a contestar, -¿A dónde quieres ir?, -A dónde quieras?, una gota de sudor bajaba por su frente. –¿Hablas en serio?, -Sí, - Soy nueva en la ciudad y no conozco mucho, - Es tarde, ¿A dónde quieres ir?, -Pues a donde me quieras llevar, pero si crees que es mala idea ahí la dejamos. –No espérate, podemos ir al parque Madero, por ahí hay varios hoteles, si es lo que estoy pensando. –Ok, te veo ahí, tengo una blusa roja y unos pantalones negros, búscame.
Se secó el sudor de la frente y trató de hacer bajar la erección que le había provocado la conversación, sin pensar en el asunto, dejó sus papeles sobre el escritorio, mañana si llegaba temprano podía terminar su reporte, tomó las llaves de la camioneta de la compañía, él no tenía coche, se dirigió al parque Madero. Sólo eran unas cuantas cuadras las que tenía que recorrer, pero prefirió hacerlo en carro para llegar más rápido, los negocios, ya habían cerrado, unas cuantas almas en el parque, todos turistas. El temor de ser visto ahí por algún conocido lo mataba, pero tenía a su favor la hora, era tarde y la gente toda estaba refugiada en sus casas. Se sentó en una banca a esperar a CaTaRiNa_24, quien no le había dado su nombre real, por que consideraba más excitante no revelarlo.
Juan se impacientaba habían pasado casi 20 minutos, ya había estado considerando irse, cuando CaTaRiNa_24 apareció, no era nada como se la había imaginado. Era bajita y rechoncita, muy sonriente, usaba lentes, traía unas sandalias que sólo los turistas usan y una cámara fotográfica al cuello. Para ella no fue difícil reconocerlo, por que era el único hombre sentado en una banca vestido de oficinista, -Hola, dijo ella. –¿Para qué la cámara?, -Para tomar fotos. Y sin más el flash explotó en la cara de Juan, -No me tomes fotos, no me gusta. –Está bien, no te enojes.
Caminaron por el parque, por espacio de 15 minutos, ella había ido a la ciudad para asistir a un curso de mercadotecnia, estaría ahí sólo por unos días. Entraron al Hotel San Cristóbal, pidieron una habitación. Él pagó en efectivo con unos billetes que sacó de su bolsillo. El hotel era todo blanco, con innumerables capas de pintura, era unos de los primeros edificios que se habían construido alrededor del parque, un edificio colonial con techos altos y remates garigoleados en las esquinas.
Tomados de la mano caminaban por el largo pasillo, hasta que llegaron a su habitación. Ella como si nada entró y buscó la jarra de agua, se sirvió un vaso y se sentó en la silla junto a la ventana. En el parque no había nadie.
Sin mucha corte él se le acercó. Torpemente la besó en los labios, la hizo que se levantara de la silla, le quitó la blusa por arriba de la cabeza, él ya había perdido la corbata y desabrochaba con rapidez los botones de la camisa, en un segundo los pantalones estaban en el suelo. A ella la tuvo que recostar en la cama para despojarla de los apretados pantalones, el cuerpo de ella era pequeño, redondo y suave, nada parecido a la esbeltez de su mujer, que aún con el embarazo no se redondeaba.
Una voz suave salió de ella, ¿Traes condones?, él sintió como un balde de agua fría le bajaba por la espalda, los condones. –No ¿para qué los queremos?, -¿Cómo que para qué?, -Yo pensé que lo íbamos a hacer por atrás, no los necesitamos, -¿Qué, qué, estás loco?, -¿Por qué?, -Sino hay condón yo no hago nada, -Pero si por atrás no pasa nada, -Ve y consigue un condón o me voy.
Se vistió rápidamente, y corrió hacia el lobby del hotel, pidió con lo que le quedaba de aliento unos condones al empleado, éste sin mucha prisa, le mostró un paquete de tres, pidiendo por ellos casi 7 veces más de lo que costaban en la farmacia, Juan protestó de inmediato arguyendo que él era local, y que esos precios estaban bien para los turistas, el empleado no hizo caso y dijo sin más que eso costaban. Juan sacó su cartera, le faltaban casi 30 pesos, no quería usar la tarjeta por miedo a dejar evidencia, preguntó donde había una caja automática, corrió hacia el banco que estaba a tres cuadras del hotel, sacó el dinero, regresó pagó los condones y se tuvo que soplar los comentarios sarcásticos de los empleados.
Casi sin energía tocó a la puerta de la habitación, CaTaRiNa_24, estaba vestida viendo una película en la televisión, -¿Los conseguiste?, -Sí, -¿Por qué te tardaste tanto?, -Después te cuento, -Oye, te hubiera pedido una Coca-Cola, me muero de sed, -¿Ahorita?, -Sí, por fas, -Mejor después. –No seas malito, ve.
Después de la Coca-Cola, Juan y CaTaRiNa_24, se entregaron al amor. Juan se sintió vacío más vacío de como estaba, no sabía que hacer ni que decir y ciertamente se hacía tarde, su esposa lo esperaba, no lo hicieron por atrás por falta de cercanía, amistad y lubricante. Para CaTaRiNa_24 no había estado tan mal con la excepción de tener que oler la culpa que exudaba Juan.
La fue a dejar a su hotel, sin insistir en un segundo encuentro, se dijeron de todas maneras que se llamarían, sólo para hacer el momento más respirable. Juan se llevó a su casa la camioneta de la compañía, mañana inventaría una excusa para ello. Casi las dos sonaban, la ciudad se había apagado desde las 9. Se estacionó y pudo ver la luz de su casa encendida. Respiró profundo, y se concentró en lo que diría, la clave estaba en no decir mucho para evitar sospechas. Tomó la llave, la metió en el cerrojo, sintió cómo desde adentro le abrían la puerta. Su esposa la abrió de par en par y se le tiró a los brazos, "Juan, Juan que bueno que llegaste, tengo que enseñarte algo". Juan no sabía que decir, de todas las escenas que había recreado en su cabeza esta salía de cualquier posibilidad.
Ella corrió hacia el cuarto como si la barriga la llevara, regresó a la salita y le mostró un papel negro y blanco con la imagen amorfa en el centro, “Juan este es nuestro bebé”. Su cara entera brillaba. -¿Quieres saber que vamos a tener?, Él sólo movió la cabeza. “Es una niña, Juan vamos a tener una niña” Juan se desplomó en el sillón, pensando en qué contestar.
Fabiola
Enero 2005.